Después de la introducción a cargo del jefe de Gabinete Aníbal Fernández, vinieron dos paneles (iban a ser tres) que contabilizaron básicamente qué se está haciendo en el sector privado con software libre y qué en el público. El primer panel fue bastante decepcionante porque lo dedicaron prácticamente a vender sus empresas. El segundo panel también, pero por la ambigüedad del conjunto de las opiniones. Pero algunas cosas se pueden rescatar. Y a primera hora de la tarde, el keynote de Jon maddog Hall.
El primer panel de la mañana estuvo integrado por Martín D’Elia, gerente de marketing para Latinoamérica de Red Hat, Ricardo Medel, responsable de Open Source de Intel y por el español Sergio Alvano de Silice Telecom de España
D’Elía refirió que el sector público ha adoptado antes el Software Libre que el privado, por cuestiones de costos y de presupuestos. Pero cuando el privado lo adopta, lo hace rápidamente y Argentina tiene la tasa de adopción más alta del continente.
Los que más aportan al Software Libre son las grandes compañías como Intel e IBM y lo hacen porque es negocio, porque el Open Source es estable y confiable.
Opinó que los que están en el negocio de la propiedad intelectual le agregan más features a los programas aunque los usuarios no los necesiten, para cobrar más por regalías y por eso el software propietario es cada vez más lento y requiere más hardware.
Finalmente resaltó que el 100% de las 100 empresas más importantes de la Argentina tienen algún software de código abierto. “La infraestructura de TI es y será heterogénea, pero el código abierto siempre da opciones” concluyó.
Medel se dedicó a listar los aportes de Intel al Open Source en una típica presentación enlatada.
Y Sergio Alvano, aportando el buen humor que le faltaba a la mesa, remarcó que “La comunidad y las PyMEs hemos sido los principales promotores del open source. La innovación siempre ha venido más de las PyMEs que de las multinacionales”. Después de hacer la presentación institucional de su compañía (“en la que somos 24 y nos conocemos todos”), terminó enfatizando que “Necesitamos PyMEs de saco y corbata, porque si vas a un banco con pinta de friki, no te atienden”.
A continuación fue el Panel Sistemas y Aplicaciones Libres en la Administración Pública.
Ahí los participantes fueron Corinto Meffe, gerente de innovaciones tecnológicas del Ministerio de Planeamiento de Brasil, Eduardo Thill, subsecretario de Tecnologías de gestión y Sandra Rouget, gerente de Informática e Innovación Tecnológica de la ANSES.
Después de jurar que el portuñol es el idioma del futuro, Meffe se dedicó a afirmar que estamos en un momento en el que colaborar es mejor que competir, y no hay que estar tan preocupados por estar en primero o segundo lugar. Hay que hacer un cambio mental para eso.
“El software es un bien intangible por naturaleza, tanto el privativo como el abierto, el libre y el público son bienes públicos, porque la única categoría que los diferencia es la patrimonialidad” sostuvo Corinto y agregó que el software tiene que tener uso común, y el gobierno tiene que crear los pasos para que todo el mundo tenga acceso al software público.
Finalizó diciendo que “Estamos creando una economía de bienes intangibles donde el producto del sector público, privado y la academia sea accesible a todo el mundo”.
Eduardo Thill siguió en la misma tónica aseverando que “Tenemos que generar comunidad de todos los recursos del estado como bien público” aunque reconoció que “todavía no encontramos el modelo para hacerlo realidad. El del software público nos parece un buen modelo para agregar sustentabilidad”.
Thill remarcó que la TV digital terrestre, el programa Conectar Igualdad y el prometido WiFi público son caras de lo mismo: igualdad; “de acceso, de conocimiento, de lo que quieran, pero pónganle adelante igualdad”.
Resaltó que lo que nos diferencia de otros países es que estos legislaron y reglamentaron el acceso público y le dejaron la implementación al mundo privado que opera con una fórmula de costo/beneficio “¿cuánto tiempo llevaría implementar eso?” se preguntó Thill y se respondió: “Nosotros calculamos que en un máximo de 2 años vamos a tener un 100% de cobertura.” E insistió que “adentro de todo esto hay software de código abierto”.
Thill no pudo evitar dar un par de patadas. Por un lado, a los medios a los que no les interesan estos programas “de bien público”. Y por el otro, manifestó que “Antes cometimos el error de pedir windows-linux en las licitaciones sin darnos cuenta de que decir linux no es, automáticamente, hablar de software libre. Aprendimos y ahora las próximas máquinas tienen que salir con Ubuntu” (¿para qué gallinero será ese palo? Jeje…).
Sandra Rouget, por su parte, contó que cuando accedieron al ANSES se tomó la determinación de dejar de depender de sistemas cerrados. “Teníamos que ser lo más flexibles y transparentes posible” aseveró.
Sandra afirmó que “Antes el que tenía la información era quien tenía el poder. Hoy quien pone a disponibilidad la información es quien tiene el poder y ese cambio de paradigma hay que difundirlo”.
La consigna, al desarrollar el sistema en casa es que “Los expertos no informáticos deben poder cambiar ellos mismos y en tiempo real el comportamiento de los sistemas sin riesgos técnicos” y mostró un asistente que desarrollaron para que el operador sea capaz de generar su propia regla de negocio.
Después del almuerzo, Jon “maddog” Hall hizo su exposición dedicada, fundamentalmente, al Proyecto Cauã. Se trata de un proyecto de thin clients, servers y routers de bajo costo y bajo consumo de energía, basados en procesadores Atom, discos de estado sólido, WiFi mesh y conexiones de red de alta velocidad. Tanto las aplicaciones como los datos podrían estar almacenados localmente, en servers o en la nube a través de escritorios virtualizados. Tanto el software como el hardware son de diseño totalmente abierto con lo cual cada comunidad, país, ciudad, empresa u organización puede construirlos de acuerdo a sus propias necesidades.
El objetivo final no es sólo aumentar la conectividad sino también incrementar los puestos de trabajo y el personal capacitado, con el propósito de estimular la inclusión, tanto en el mundo conectado como en la sociedad. Calcula que los equipos pueden costar alrededor de 200 dólares y si querés más información, podés entrar en http://www.projectcaua.org/.
La tarde siguió con más paneles y con tracks laterales dedicados a temas técnicos. Pero ya era más que suficiente para mí.