En una imaginaria mesa de debate, me puse a discutir acerca de la tercerización, que está tan de moda últimamente. Quiero decir, hablar de ella. De acuerdo a las publicaciones en los medios masivos de estas últimas semanas, especialmente a partir del asesinato de Marcelo Ferreyra, la tercerización no sólo es hija directa de la flexibilización laboral de los ’90 sino que es… nefasta. Como sucede siempre en estos casos, y como decía la abuela de un amigo, ni tan calvo ni con dos pelucas.
Lo que en realidad quiero decir es que, me parece, la tercerización en sí no es ni buena ni mala, sino en la forma en que se aplica. En tecnología no sólo lo estamos viendo continuamente, sino que las grandes empresas están ofreciendo tercerizaciones como parte de su negocio. Sin contar que hay compañías cuyo core es, precisamente, el outsourcing. Bueno, en realidad, eso no significa nada más que la tercerización es un buen negocio… por lo menos para la empresa que la provee.
Como no me canso de decir, mi tema es más la tecnología que el negocio y por eso hay matices que a lo mejor se me escapan. Pero lo cierto es que si aplico el sentido común, hay cosas para las que la tercerización es casi obligada y otras, que… directamente no se entienden.
Cuando una compañía tiene actividades regulares, pero que se hacen pocos días al mes (por ejemplo, pago de sueldos, facturación de servicios, etc.), es muy probable que la tercerización sea mandatoria. Seguramente a ninguna compañía le conviene invertir en una infraestructura que queda ociosa gran parte del mes. En cambio, un datacenter o un proveedor de servicios puede disponer sus servidores dos o tres días para liquidar sueldos, los siguientes tres días para imprimir facturas de servicios y los que vienen a continuación, pueden estar dedicados a procesar los datos de una encuestadora de opinión… como para dar tres ejemplos aleatorios.
Con las debidas reservas, son ejemplos equivalentes a una empresa de logística, que en mismo camión puede transportar mercaderías de compañías diferentes, siempre que vayan a un mismo destino.
Pero fíjense el dato: lo que se tercerizan, en el fondo, son servicios. Es decir, no se ofrecen servidores de tal tipo, con tal procesador y tal software. Se ofrece facturación, o liquidación de haberes. Al cliente no le importa, en rigor, si se hizo con servidores Dell o Sun, con software libre o propietario, con impresoras Xerox o HP.
Creo que la cosa cambia cuando lo que se ofrece es trabajo humano regular. La Constitución Nacional consagra, en su artículo 14 bis, “igual remuneración por igual tarea”. Eso significa que el tipo que hace limpieza de oficinas o data entry, por dar dos ejemplos, debería cobrar lo mismo ya sea que trabaje en una compañía “cliente” o en una tercerizadora. Lo que significa, también, que la diferencia sólo está en los materiales. Artículos de limpieza en un caso, terminales en el otro. Y no me parece que la diferencia sea tan significativa como para que, al fin del día, sea más negocio contratar una empresa de servicios tercerizados que emplear recursos propios.
A menos que los costos ocultos sean muy altos… y estén muy ocultos.
Opino igual que el problema es la implementación mas que la idea de tercerización en si misma como algo intrinscicamente malo.
Pero el tema no es tan simple como lo planteas, proque en el caso de los trenes es que en el medio hay convenios y regulaciones (como las que tienen los empleados publicos) por lo que los costos son muy distintos entre tenerlo en planta o tercerizarlo, no es solo un tema de que usas el recurso laboral part-time vs tiempo completo.