Una invitación de la gente de Neoris a un miniseminario sobre BPM fue sumamente ilustrativo de la cantidad y calidad de las definiciones de las distintas ofertas, tecnológicas y de las otras, que ofrecen hoy en día las compañías que se dedican a los productos y servicios informáticos. El tema es que cada una lo ofrece según su criterio, según su definición… y todas aseguran tener la verdad.
Fue en las oficinas escondidas de Neoris (difícil llegar sin una guía, a pesar de estar en Florida y Córdoba), esta empresa “hija” de Cemmex (o sea, una de las tantas que fueron originalmente departamentos de IT de una compañía de otra cosa) que Martín Serra (el CTO), Javier Racca (el dire), Julio César Blanco (el manager de marketing) y la querida Laurita Lazo (la “consultant” de marketing, ex colega y compañera de trabajo de años ha) nos ofrecieron un miniseminario sobre Business Process Management, algo así como el punto fuerte de la propuesta de valor de Neoris para sus clientes… y la nueva sigla de moda hoy en día.
Primero fue Martín, que habló de S2OA, “una marca para distinguirse” que viene siendo lo que ellos llaman “SOA Sustentable”, o sea, si SOA es una tecnología, S2OA “es un enfoque 100% metodológico que apunta al negocio más que a la tecnología”.
Después Javier calificó a BPM como “una sigla más de nuestro bendito ámbito informático”, afirmó que “el mercado está muy confundido”, a pesar de lo cual, cuando tuvo que dar una definición acerca de qué problema resuelve BPM, insistió en que “como se basa en procesos de negocios, es tan amplio como los procesos de negocios”.
Con este asunto de que el CIO suele estar alejado del core del negocio, para Javier, BPM obliga al CIO y al CEO “a juntar las cabezas”. Reiteró que “mientras SOA sola es una implementación tecnológica, S2OA es un concepto unificador” y dio como ejemplo de necesidad de BPM, aquellos procesos repetitivos que se pueden automatizar y que terminan sin requerir (o sólo al final de la cadena) un ser pensante que tome una decisión. Caso típico: conceder un crédito (mencionó que el Banco de Santa Fe está en condiciones hoy de ofrecer un crédito en 20 minutos), o un soporte técnico.
El resto de la presentación no vale la pena que la describa porque mucho mejor lo va a hacer la gente de Neoris si la llamás y les pedís que te cuenten qué te van a ofrecer. Y no es cuestión…
Lo cierto es que esta clase de BPM me hizo disparar unas cuantas cuestiones de aquellas que no sólo solemos charlar entre nosotros (los periodistas de tecnología) sino también que cada tanto podemos llegar a plantear a los propios ejecutivos de las empresas.
Para una, CRM es un call center; para otra, un concepto de negocios enfocados al cliente. Para unos, un ERP es un software de gestión administrativa y financiera; para otros, es una especie de plataforma sobre la que se monta toda la gestión del negocio, desde la planificación del producto hasta su cadena de abastecimiento.
Uno describe a SOA como un concepto de arquitectura centrada en el negocio, mientras que el otro le agrega un adjetivo como “sustentable” porque para él, SOA es sólo una implementación tecnológica.
No está mal que las empresas (y especialmente sus departamentos de marketing) utilicen distintas variantes de un mismo concepto o, en rigor, de una misma sigla, para enfatizar sus diferenciales a la hora de vender su producto/servicio. Pero estirar los conceptos e insistir en que la de ellos es la definición más exacta y que otras sólo “confunden al mercado” tiene, por lo menos, dos inconvenientes (de los tantos posibles): Por un lado, impiden una correcta comparación entre las ofertas. ¿Cómo se hace para evaluar si lo que uno dice que hace es comparable con lo que otro dice que hace, especialmente si hay una diferencia apreciable de costos y retornos de inversión?
Por el otro, perjudican la credibilidad de las empresas. Si uno dice que ofrece BPM y el otro asegura que él ofrece el verdadero BPM y el uno dice que lo es, pero es sólo análisis, o modelado o… lo que sea (¿se entiende?) ¿a quién le creo?
Y mientras tanto, a los que no somos (ni seremos) clientes, sino simples emisarios o mensajeros de lo que las empresas quieren transmitir ¿cómo podemos saber que lo que nos dicen es una descripción de la realidad o es lo que los departamentos de marketing nos quieren vender? La táctica más segura es el escepticismo: no creerle a nadie. Pero no es, precisamente, la más agradable ¿no?