Esa parece ser la consigna que mayormente se extendió en el ambiente de la tecnología, donde la contradicción entre lo que dice un gerente de ventas o de producto en una conferencia de prensa y lo que aducen los gerentes de marketing, de comunicaciones o responsables de publicidad cuando uno los entrevista en la soledad de su oficina, es casi flagrante. Y eso que dicen que es más el susto que la realidad.
En estos meses he tenido oportunidad de recabar opiniones acerca de la forma en que la crisis internacional podría afectar a la Argentina y, especialmente, a nuestro mercado informático y tecnológico. Desde “¿crisis? ¿qué crisis?” hasta “nos vamos a la mier[d]a”, he escuchado de todo.
Sin embargo, hay una serie de puntos en común que me parece que podríamos considerar. Veamos las afirmaciones:
“nosotros estamos entrenados en crisis, nos tendrían que pedir consejo a nosotros”, “es más el miedo que la realidad”, “a mí los negocios me cayeron un [x] por ciento (generalmente más de un 80)”, “a nosotros no se nos cayeron proyectos”. Finalmente, una que me acaba de decir alguien de “una importante empresa de software”: “no sé si fue porque había que ejecutar presupuesto o qué, pero nosotros vendimos más en enero y febrero de este año, que en enero y febrero del año pasado. A lo mejor porque el año pasado se fueron todos de vacaciones y este año, no”.
En fin, afirmaciones y explicaciones hay para todos los gustos y lo cierto es que cuando hay tantas contradicciones, cuando hay tantas opiniones distintas, lo mejor es desensillar hasta que aclare…
“¿Y cuándo aclara?” me lo preguntó un importante ejecutivo de una agencia de prensa ayer mismo a la mañana. Este hombre estaba convencido de que la concentración de la riqueza iba a disminuir por falta de financiamiento mayor de los bancos, es decir, hacia las grandes corporaciones. Le contesté que tal como veía las cosas, en tanto en USA como en Europa se están preparando para grandes salvatajes, no tenía dudas de que los bancos iban a salir, como siempre, “salvados por la campana”.
De lo que estoy convencido es de que si hay que pedirle consejos a alguien, ese alguien no debe ser el mismo que cometió los errores por los cuales estamos como estamos.
Y de que “desensillar hasta que aclare” no es una mala política. Mala sería, en todo caso, vender el caballo.