Si la gente de Accenture quiso jerarquizar el debate sobre la relación de las universidades con las empresas, no pudo lograr mejores panelistas. Con la excusa de presentar un libro para las carreras de sistemas, reunió a autoridades de varias casas de altos estudios, de esos que no salen frecuentemente. El tema del panel: precisamente la relación universidad-empresa. Y la pena: que esto no haya sido un seminario de un día entero, por lo menos.
El martes pasado, y con el título de “El puente universidad – empresa: situación actual y desafíos”, la gente de Accenture, con su presidente Roberto Alvarez Roldan, como anfitrión y moderador y Diego Melamed, responsable de la relación con los medios, como maestro de ceremonias, organizó un panel con estos invitados:
El Dr. Avelino Porto, Rector de la Universidad de Belgrano, el Dr. Jorge Aliaga, decano de la Facu de Ciencias Exactas de la UBA, el Dr. Hector Masoero, presidente del Consejo de Administración de UADE y el Ing. Luis Stábile, director de la Licenciatura en Administración y Sistemas del ITBA.
Alvarez Roldán dio la bienvenida y habló del trabajo que estuvieron haciendo en estos últimos dos años: “Un proyecto en el que se pueda estructurar un modelo para profesionales de diseño e instalación de sistemas. Y además, tener una cátedra que sea replicable”.
El moño final es el libro Aceleración para el desarrollo de sistemas y procesos. Se busca acelerar el proceso entre que el chico sale de la facultad y entra a la empresa, para disminuir la curva de aprendizaje, afirmó Alvarez Roldán.
Lo que vino a continuación fue muy jugoso como para poder reproducirlo palabra por palabra. Ahí van algunos conceptos fundamentales:
Según Aliaga, cada universidad elige su perfil académico y por eso no todas las respuestas son uniformes. Exactas tiene un perfil académico básico muy fuerte. “Lo mejor es formar gente que sepa aprender” enfatizó.
Probablemente el alumno no tenga ciertos conocimientos específicos, pero la mayoría de los estudiantes tiene relación con las empresas y muchas veces el estudio es la actividad secundaria. Es difícil convencer a un alumno a quien le ofrecen ganar más que su docente, que siga estudiando. Por eso las empresas deberían encontrar una forma de incentivar el estudio.
Masoero, por su parte, arrancó diciendo que “se habla mucho pero hay poco hecho”. Explicó que hay falta de las universidades de un acercamiento a la demanda, es decir, a ver qué necesitan las empresas y hay que invertir más en investigación aplicada interdisciplinaria.
Las empresas deberían transferir su conocimiento al ámbito académico en el que a veces no hay referencias del mundo real. Y no usar la fuerza de trabajo capacitada en actividades que no tienen que ver con la profesión porque se desvirtúa la pasantía.
Porto dijo que la relación de la universidad con el sector productivo y el Estado tiene que ser resuelta en el famoso triángulo de Sábato. El Estado no tiene que hacer sólo leyes (destacó que la última ley de pasantías es expulsiva) sino también establecer pautas y facilitar.
“Hoy en día se habla más de qué va a pasar después de la graduación que de vocación. Hay que hacer renacer las vocaciones, que están por encima del trabajo” fue tajante Porto.
Para que la Universidad pueda cambiar su tradición de estar en una bola de cristal, tiene que cambiar sus programas para estimular la práctica y los valores del ejercicio profesional. “Da la impresión de que no logramos instaurar el diálogo entre universidad y empresa” remarcó y citó el caso de España en donde se destinaron 70 millones de euros a programas donde participaron 5000 empresas.
Argentina no tiene un debate, una legislación que acerque al estado, universidad y empresa y que esos instrumentos arranquen desde la vida universitaria.
Finalmente reclamó que se tienen que articular las carreras cortas con las licenciaturas y las maestrías.
Finalmente Stábile señaló que tanto las universidades como las empresas están dentro de la sociedad, así como otras instituciones. “Tenemos que colaborar con las empresas para profundizar el enfoque académico y los sistemas de referencia” sostuvo. “Cada conocimiento teórico debe ir acompañado de un ejemplo de la realidad”.
Después agregó que no sólo no promocionan la inserción laboral temprana sino que además la dificultan, por lo menos hasta cuarto año, que es cuando ya tienen una formación básica que les va a permitir estar preparados para el ambiente laboral.
“Como educadores no podemos pensar en el corto plazo ni atarnos a problemáticas concretas del hoy sino crear modelos teóricos que operen como marcos de referencia” concluyó Stábile.
La charla posterior fue muy rica pero, no podía ser de otra manera, dejó gusto a poco para quienes estamos más o menos interesados en el tema.
Masoero dijo que había que analizar la curricula desde el punto de vista de la demanda, pero que eso es una negociación con la empresa, hay que buscar un trade off. Alvarez Roldán resaltó que una cosa es la innovación y otra, la actualización y hay que lograrla esa sincronía con la empresa y la universidad.
Porto reclamó ser “convocados a opinar sobre qué necesitamos de la primaria y la secundaria” y Stábile, que “no podemos desconocer el nivel de conocimientos de las empresas, hay premios nóbeles trabajando en ellas”.
La charla daba para mucho más y quizá el ámbito no era el más propicio. El Rector Porto insistía en su mensaje político y el Dr. Aliaga trataba en todo momento de desmarcarse con relación a las universidades privadas. Pero lo cierto es que son muy pocas las ocasiones que hay como para tener a semejantes “peces gordos” todos juntos en una mesa.
Daba como para seguir con otros temas, como por ejemplo, la propuesta de que la investigación básica quede a cargo de las Universidades públicas mientras que la investigación aplicada sea prerrogativa de las privadas. Aunque hay una pregunta previa: ¿hay verdadera investigación en las Universidades privadas? Y más aún: ¿todas las que se llaman Universidades merecen ese nombre?
En fin, estamos a la expectativa de otra charla o conferencia más profunda.