Sobre Metodologías Ágiles estamos escuchando hablar desde hace un par de años. Y, como sucede siempre en estos casos, ya sea Lean, Extreme Programming o Scrum, cualquiera de estos métodos es presentado como la panacea que va a resolver todos los problemas asociados al desarrollo de software y, sobre todo, a la relación de los desarrolladores con sus clientes. A mí me hizo acordar a la explosión del CRM: iba a cambiar la manera de hacer negocios y terminó haciendo un sapo terrible… hasta que años después encontró su lugar en el mundo. Me pregunto si no pasará lo mismo con las metodologías ágiles.

La semana pasada se hicieron las Primeras Jornadas Latinoamericanas sobre metodologías ágiles de programación “Ágiles2008”, organizadas por la Subsecretaría de Inversiones del Ministerio de Desarrollo de la Ciudad de Buenos Aires. Entre otros expositores estuvieron Mary y Tom Poppendieck, los creadores de Lean Software Development, una de las metodologías ágiles más populares (aunque los autores no la consideran una metodología sino más bien una filosofía de desarrollo ágil dentro de la cual se engloban metodologías como Scrum o XP, Extreme Programming).
El miércoles pasado, primer día de las Jornadas, fui invitado por la gente del departamento de comunicaciones del Ministerio de Desarrollo a una charla a la que fui, principalmente, por curiosidad. Pero más que nada por una experiencia no del todo satisfactoria con gente que, se supone, desarrolla utilizando metodologías ágiles.
Después de una breve bienvenida a cargo de Damián Specter, director general de Atención al Inversor, se armó una mesa redonda con Mary y Tom y la presencia de Ricardo Colusso Alan Cyment, ambos consultores, ambos miembros de la organización de las Jornadas y ambos cultores de Scrum.
Alan hizo las presentaciones del caso, resumió un poco de qué se trata esto de las metodologías ágiles (lo podés leer con más tranquilidad en la Wikipedia, si te interesa), y señaló dos características que comenzaron el proceso de deja vu que sufrí durante toda la charla: “Por primera vez el factor principal es el humano” y “Tenemos una visión menos ingenieril y más como si desarrollar software fuera crear una obra de teatro”.
Entre otras cosas, se dijo que la forma de trabajo tradicional está pensada para ambientes ideales y las metodologías ágiles están previstas para ambientes de trabajo reales. Como la forma de trabajar no siempre es predecible, también pueden servir para otras disciplinas, no sólo el desarrollo de software. Es muy útil para grupos de trabajo encargados de proyectos complejos, no tanto para proyectos triviales.
Terciaron los Poppendieck (que parecían completarse las oraciones mutuamente) afirmando que es más importante la relación con el cliente por encima del cumplimiento de los contratos y que se valora más en software en funcionamiento que la documentación. En la metodología tradicional se trabaja estilo línea de montaje y eso produce mucho desperdicio, mientras que una ágil trabaja en forma iterativa incremental. Eso permite que “los trabajadores del conocimiento logren mayor productividad y, mientras tanto, sean más felices”. Curiosa forma de hablar…
Por supuesto, si estás interesado en Scrum o Programación Extrema, bien podés interiorizarte de los basics mediante la Wikipedia y si querés algo más específico, tenés los textos y cursos oficiales.
A mí todo esto me provocó un deja vú, ya que varios de los conceptos los había escuchado cinco años atrás, cuando fue el apogeo de la burbuja del CRM de acuerdo a la cual, el cliente era más importante que la empresa, que todo lo humano estaba primero y, sobre todo, que el CRM como filosofía iría a cambiar la industria y la forma de trabajar.
Tiempo después publiqué una nota (que no encuentro ahora, por eso te sintetizo) en la que proponía, a partir de mi experiencia como “oidor” de las campañas de marketing y las conferencias de prensa, tres etapas:

  1. La Panacea: el CRM es una maravilla, resuelve todos los problemas y es la revolución de la productividad.
  2. La Porquería: CRM no sirve para nada, todo lo que me vendieron es mentira, quién me devuelve la guita que tiré.
  3. La Utilidad: Oh, para algo sirve. No es exactamente para lo que me dijeron, pero tiene su utilidad en estos y estos casos puntuales.

Por supuesto es una síntesis muy apretada que intenta reconocer a aquél que recordó que en algún estante tenía una caja o en un Server perdido tenía una instalación y se dio cuenta de que para algo servía el CRM, pero para casos específicos y restringidos y no para todo lo que se lo proponía.
Espero que las metodologías ágiles estén pasando ya por la tercera etapa. Y si pudieron evitar la primera y la segunda, mejor.

Por Ricardog

Periodista científico especializado en tecnología. Médico en retiro efectivo.

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