Todavía no me explico muy bien la relación con la tecnología… a menos que consideremos un tubo de madera con un cilindro de grafito dentro como tecnología… lo que en rigor muy bien puede ser. Al fin y al cabo la tecnología no es más que la instrumentación de una capacidad del ser humano para llevar a cabo cierto propósito (ya sé, no es la más ortodoxa de las definiciones) que, en este caso es escribir y dibujar.
Lo cierto es que lo más llamativo tiene que ver con que se trata de una compañía que acaba de cumplir 250 años, sigue siendo una empresa familiar después de 8 generaciones… y nos invitaron al festejo.
Para ser una multinacional de dos siglos y medio de existencia, el festejo local fue bastante austero (por lo menos lo que se vio para prensa), pero eso no quita que no haya sido notable. Especialmente porque lo hicieron en el Palacio Sans Souci, allá en la localidad de San Fernando (se deben haber gastado el presupuesto en el alquiler) que es un lugar precioso y digno de ser visitado y apreciado con más detenimiento.
Además se había venido el Conde Anton Wolfgang von Faber-Castell, el último descendiente de la “dinastía” a cargo de la empresa (último hasta que alguna de sus hijas lo suceda, por cierto), octava generación, que habló un poco del presente de la compañía y de sus emprendimientos ecológicos. El anfitrión fue Jorge Duarte, el gerente general de Faber-Castell Argentina.