(Por El Microsaurio) A veces se pasa vergüenza por culpa de otro, habrá pensado el ignoto funcionario de Adobe que tuvo que poner la cara a los periodistas cuando la noticia corrió por la redacciones de los medios técnicos: “website de Adobe infecta las máquinas de los visitantes”. Ah, los titulares cuerpo catástrofe…
Analicemos el tema con calma, luego de buscar la fuente de la noticia (una vieja buena costumbre que este Microsaurio aprendió en una de las más grandes editoriales hispanohabladas).
El 10 de octubre una conocida empresa británica de seguridad informática recibe una alarma: “visité este website y me salió una ventana de aviso”.
Era cierto. El producto instalado en una compu había detectado la presencia de malware. Pero el website visitado era de la respetable Adobe Corporation.
¡Horror, espanto, desesperación! ¡Las corporaciones desprecian a los pobres clientes! Eso y más fue lo que se publicó. Pero…
El website en cuestión tiene un logo de Adobe encima, cierto. Pero el producto que se vende allí es Visual Communicator. Que no era de Adobe, hasta que el gigante compró (en 2006) ese y otros programas producidos por Serious Magic Incorporated, una empresa californiana especializada en software de video. Adobe prefirió que mucho del material de soporte y entrenamiento que estaba en el website original de Serious Magic quedara allí, y aunque se vea el logo de Adobe en las páginas, sigue siendo el “viejo”. Y claro, algún vivo pasó por ese servidor, vio root y entró (como dicen los chicos de ekoparty), sembrando links de redirección que apuntan… a malware que descarga troyanos, mirá vos. Para el día 16 a la noche el website en cuestión había sido “desinfectado”.
Hasta ahí la parte chismosa. Ahora, una pequeña reflexión: si una corporación del tamaño de Adobe no puede controlar el contenido de un website que, al fin de cuentas, es responsabilidad suya, ¿en cuáles websites se puede navegar sin desconfianza?
No, claro, ese tipo de malware no afectaba a otros sistemas operativos, sólo a Windows. Y era reconocido (y frenado) por la mayoría de los productos de seguridad. Razón por la que sigo pensando que hay que tenerlos instalados.
Respuesta a la pregunta retórica del párrafo anterior: en ninguno.